29 de agosto de 2011

Temas sangrientos IV

Tengo que reconocer que eso de escribir sobre vampiros realmente me sienta bien. Es como si una agradable corriente eléctrica fluyera a través de mí. Me emocionan particularmente las nuevas aproximaciones al tema del vampiro, pero siempre me causan placer las anteriores. Este es el caso de "Good Lady Ducayne" de Mary E. Braddon (1837-1915), cuento escrito en 1896. Vale la pena recordar que Bram Stoker escribió Dracula en 1897, es decir que Braddon no fue influenciada por Stoker como tampoco lo fue Anne Crawfrod (quien escribió "A Mystery of the Campagna" en 1886).

Una de las diferencias más importantes entre el cuento de Braddon y la novela epistolar de Stoker es la ubicación del "otro". En el caso de Dracula, como ya había yo mencionado antes, queda claro que Drácula proviene del área ocupada en la tardía edad media y la temprana edad moderna por el Imperio Otomano, o por lo menos de esa "zona de contacto". Una zona de contacto, para precisar a qué me refiero, es un término acuñado por Mary Louise Pratt en Ojos imperiales para referirse a espacios sociales en donde dos o más culturas se encuentran, chocan y entran en conflicto, a menudo en un contexto de relaciones de poder altamente asimétricas como puede ser una situación colonial o de esclavitud, o a continuación de tales circunstancias. Así, la zona de contacto en "Good Lady Ducayne" no está localizada en Europa del este, en la frontera con los otomanos, sino en Italia.

Es notorio que también el cuento de Crawford tiene una localización similar. El misterio, que evidentemente se relaciona con un caso de vampirismo, tiene lugar hacia el sur de Italia en el área conocida como Campagna. Y si bien ambos cuentos ubican al "otro" en Italia, el o la vampiro no necesariamente son italianos. Particularmente en el cuento de Braddon, Lady Ducayne es una mujer inglesa que se mantiene joven gracias a las transfusiones que le hace su médico italiano. Aunque el vampiro resulta ser Lady Ducayne, el villano es Parravicini pues es él quien aplica sus conocimientos médicos con fines inadecuados.

A diferencia de este cuento, la víctima en la narración de Crawford es un hombre francés con nombre italiano, Marcello Souvestre. En este caso, el vampiro también es una mujer de nombre Vespertilia (Vespertilionidae es una de las familias de los murciélagos). Y digo también porque Ducayne es un vampiro, aunque pasivo. No obstante, Parravicini es un médico decimonónico y Vespertilia es una superviviente de la antigüedad. El conflicto en el cuento de Braddon podría reducirse al encuentro entre la modernidad inglesa contra la superchería italiana. En cambio, el nodo narrativo en Crawford va más allá de a la caracterización de diferentes nacionalidades europeas, la amenaza proviene de otro momento histórico que permanece bajo tierra y reaparece cuando un francés bohemio se tropieza con el más allá.

¿Será posible que las escritoras del siglo XIX que produjeron narraciones de vampiros estuvieran particularmente interesadas en el papel de la mujer como agresora? ¿Y qué decir representar al vampiro en una zona relativamente periférica, sin llegar a amenazar de manera directa el entramado social como sucede en Dracula? Pero de esto se tratarán las siguientes entradas.

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