Anoche, mientras escribía la entrada del diario, estaba pensando que sería una buena idea incluir una nota sobre algún cuento, novela, película o poema que esté relacionada con vampiros. ¿Por qué vampiros si está tan de moda? Para los que me conocen bien, saben que mi interés por los vampiros va mucho más allá de modas académicas o de películas juveniles.
Comencé hace muchos años usando Dracula de Bram Stoker para ejercitar una herramienta de análisis, todo esto como tesis de licenciatura. Y si bien Drácula no es el vampiro más fascinante en el imaginario de los siglos XIX y XX, creo que vale la pena comenzar con este texto pues se ha vuelto el paradigma del vampiro.
Como muchas personas saben, Dracula fue escrita por un irlandés. No es una novela tradicional, pues en realidad está compuesta de cartas, entradas en un diario de viaje, recortes de periódicos y apuntes de casos clínicos. La trama la va armando el lector a partir de estos fragmentos narrativos, generados casi todos ellos por personajes del texto. Sin embargo, no es un rompecabezas que requiere intervención del lector (o una decodificación). Stoker ha procurado mantener una progresión temporal lógica, por lo cual se ha llegado a representar este relato como si fuera univocal y no heterofónico, usando el término de Bajtin (este enlace lleva a un texto al respecto de las ideas de este teórico).
Se ha estudiado Dracula más allá del cansancio, porque representa la popularización del vampiro como lo conocemos actualmente. Es un personaje que se alimenta de sangre, no tiene reflejo en los espejos, duerme dentro de un ataúd; pero también se transforma en lobo y en bruma, controla las condiciones meteorológicas y tiene un grupo familiar (hijas, hermanas o esposas, nunca queda del todo claro). No queda claro que no pueda estar bajo el rayo del sol, aunque Van Helsing dice que durante el día es mucho más débil.
Bram Stoker creó un personaje a partir de un señor feudal medieval tardío, que se ancla en los terrores europeos más profundos: la invasión del Imperio Otomano. Por ello, el hecho de que Drácula provenga de una región controlada en algún momento por los turcos otomanos ha llevado a Stephen Arata a hablar de colonización reversa en su artículo The Occidental Tourist (1990, publicado después en The Horror Reader, 2000). Aunque Vlad Tepes era acérrimo enemigo del sultán, su representación decimonónica ha quedado para siempre asociada con el "otro".
Y como decían en las series de televisión de mi infancia, "esta historia continuará..."
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