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12 de octubre de 2014

Querido papá

Hoy hace quince años que falleciste, ¿sabes? Por algo era que, a pesar de hacer muchas cosas en casa y calificar exámenes parciales de mis alumnos, hoy no quise salir. Por algo es que vuelvo a usar mi blog. Por algo, porque me haces falta.

Te pongo al día en mis cosas, porque hace mucho que no te platico nada. Espero que te acuerdes que terminé el doctorado y que ahora estoy haciendo una estancia pos-doctoral. La vida académica es mucho más difícil ahora que hace unos años, así que intento mantener el optimismo y la productividad aunque sé que las cosas no son fáciles. Te contaría detalles, pero no quiero preocuparte por las cosas que suceden aquí. Lo que sí puedo contarte es que recién mandé un artículo a una revista académica (con revisión ciega por pares y toda la cosa). También estoy empezando con las ideas para el libro, del que tengo algo así como un capítulo ya.

En otras cosas, pues tu nieta es una mujercita muy hermosa. Acaba de terminar sus estudios de cosmetología y piensa terminar la licenciatura, que dejó a medias. Aunque no está segura de qué quiere hacer con ella, creo que ha aprendido a no cerrarse las puertas.

También te puedo contar que mamá está muy bien, a pesar de que son 15 años de que no la ves. El médico le dijo que sí puede ir a México y está emocionada de que podamos ir las dos juntas, quizá en diciembre. De hecho, estoy pensando que podríamos ir Irene y yo, así se ven ellas.

Mi hermana, pues con muchos cambios en la vida, pero todos positivos. Sus historias son de ella para contarte, pero no puedo evitar decirte que está enloquecida de felicidad ahora que aprendió a bailar rock (como el de antes).

Si me preguntas, como siempre lo hiciste, qué he estado leyendo te cuento que leo Calila y Dimna. No, no creo que lo hayas leído. Es un libro originado en India, que llegó a Persia y de allí se diseminó hacia la España mora. Ya te cuento cuando lo termine, pero tengo la impresión que incluso las fábulas de Esopo tienen relación con este texto.

No, no he ido al cine. En eso me sigo pareciendo a ti, porque no me gusta ir al cine sola. Y, claro, tampoco es que tenga mucho tiempo para hacerlo. Supongo que tú tampoco has ido, porque en donde estés no creo que haya cines. ¿Hay libros?

4 de abril de 2013

En la sala de espera

Fotografìa de Luis Felipe Salas
Hace algunos años, no recuerdo cuántos, mi hermana y yo hablábamos del fenómeno psico-social de las salas de espera. Realmente tampoco tengo clara en la memoria la razón por la que hablábamos de ello, pero me acuerdo bien de haber mencionado que se genera una situación de unión temporal que pareciera intensa. Esta circunstancia es similar a la que se da en el avión en un viaje largo, sobre todo cuando uno empieza una conversación con el vecino de asiento. Es más, es poco frecuente que uno mantenga los vínculos establecidos en estas situaciones temporales.

La estancia en un programa doctoral es similar a una prolongada permanencia en una sala de espera, sobre todo cuando los estudiantes son extranjeros y volverán a su país al concluir los estudios. De hecho, en los Estados Unidos, en donde la gente tiende a trasladarse del lugar en donde nace para estudiar en otra ciudad y, de allí, se muda a trabajar a algún otro lado, esta experiencia es particularmente intensa. Digamos que antes de llegar a San Diego yo no había vivido esto, puesto que al terminar la universidad pude mantenerme en contacto con mis compañeros y compañeras. Todos vivíamos en la ciudad de México.

La meta-experiencia en este proceso doctoral se intensifica y multiplica cuando uno ha terminado la escritura de la tesis y el momento de la defensa. Estoy en una sala de espera dentro de otra sala de espera. Estoy a la espera de algo que no puedo imaginar, que trato de alcanzar. Espero obtener un trabajo en la academia, como profesora asistente (visitante o definitiva) o en un pos-doctorado. Pero mientras tengo que esperar en la sala de espera que está en otra sala de espera más grande.

¿Qué se puede hacer en esta concatenación de esperas? Por lo pronto, sigo haciendo solicitudes de empleo (que cada vez hay menos, pues la "temporada de caza" casi ha concluido). He vuelto a hacer ejercicio y hoy debería ir a caminar, por lo menos. Tengo finalmente tiempo para leer cosas que me interesan y no están directamente relacionadas con la tesis. En fin, es como tener un fin de semana largo en medio de la tormenta... es una sala de espera.

18 de marzo de 2013

De partos y post-partos

Finalmente llegó el día en que ya no escribo ni reviso mi tesis. Está terminada, por lo menos hasta recibir los comentarios de mi comité durante la defensa. No sé cómo me siento, todavía. Por una parte estoy muy contenta y me siento muy satisfecha de haber hecho lo que debía. Me gusta el resultado y eso es lo importante. Por otra parte, estoy agotada. Llevo demasiados años trabajando en el mismo proyecto sin parar. No estoy triste, ni me siento vacía.

Claro que todavía tengo que calificar los exámenes finales de los estudiantes que tuve este trimestre... y calificar los ensayos de la clase en que fui lectora. Y tengo un congreso este fin de semana en donde presento una parte de la tesis... y mandé otra parte como ponencia a otro congreso más (que tiene lugar en enero de 2014). No, supongo que no me he quedado "vacía" sino con un poco más de tiempo para hacer lo que tengo ganas... y seguir haciendo solicitudes de empleo porque, al final de cuentas, este es un proceso larguísimo.

Tengo todo un mes para calificar y limpiar la casa, descansar un poco y prepararme para la defensa. En realidad, me siento como niña con juguete nuevo.

17 de diciembre de 2012

Reacciones inesperadas

Hoy, por fin, me llegó el primer correo electrónico diciendo que no, gracias... Es una carta que usan siempre, como un formato que dice: "despite your excellent qualifications, other candidates have been chosen". Digamos que después de haber hecho un montón de solicitudes, evidentemente sabía que recibiría muchas de estas pero esta es la primera.

Lo que me sorprende es que no siento nada. No sé si será porque ya lo esperaba, si sabía que ese puesto no era del todo el perfecto y no estaba ilusionada. No sé. Pero allí no voy a trabajar, desde luego.

En fin, la vida sigue...

7 de diciembre de 2012

Como el caracol...

British Library, MS Royal 10 E IV, f. 112v
Me avergüenza un poco aceptar que estoy como el caracol, apenas volviendo a asomarme. Los últimos días mi diario fue intensamente visitado por muchas personas y me siento intimidada, aunque algo halagada también. Pero eso pasa cuando uno dialoga con otros.

Ahora, volviendo lentamente a la normalidad, empiezo a pensar en las cosas cotidianas... y no tan cotidianas. Un compañero en la universidad me mencionó Prezi, un sitio web que permite hacer presentaciones mucho más dinámicas que PowerPoint. Me pareció muy interesante la idea porque, además de haber una secuencia lineal, puedo agregar profundidad.

Aunque no sé nada en firme del mercado laboral, me puse a pensar en preparar (en cuanto termine el trimestre y todo lo que tengo que calificar) una charla que podría usar en el caso de una visita a un campus. Tengo mucho material del que me interesaría hablar y, desde luego, como buena Alicia que soy me encantan las imágenes. Y me refiero a Alicia la de Lewis Carrol, que prefería los libros con "dibujitos".

En un par de semanas, a más tardar, tendré un borrador de mi presentación y quizá me anime a hacerlo público. Pero, por ahora, tengo una pregunta: En una presentación tipo conferencia, pero de unos 40 minutos de duración, ¿cuántas imágenes les parecen demasiadas?

25 de noviembre de 2012

Recetas para la recuperación

Dicen en los Estados Unidos que "cuando la vida te da limones, haz limonada". Y eso funciona bien cuando uno imagina que los limones representan la amargura en la vida. ¿Qué sucede cuando no son limones? ¿Qué tal si la vida te da chayotes con espinas? No puedes hacer limonada, para comenzar. En todo caso, una sopa de verduras. Pero pienso en los chayotes porque en México dicen cuando las cosas son difíciles que es "como parir chayotes". Y sí, la imagen es intensa sobre todo para las madres que saben de las vicisitudes del parir. Pero me pregunto, ¿qué hacer si la vida no te está dando limones ni chayotes? Es más, cuando la vida no está interesada en tus metáforas alimenticias. Cuando la vida pareciera quedarse en suspenso y nada sucede.

Obviamente me estoy refiriendo al mercado laboral académico en los Estados Unidos, sobre todo al relacionado con la literatura. Para quienes no hayan leído alguna otra de mis entradas al diario sobre el tema, haré un rápido recuento. Una vez al año, alrededor de septiembre, todas las instituciones de educación superior que tienen plazas abiertas para profesores (en cualquier nivel del escalafón) anuncian los puestos disponibles en tres o cuatro listas. Quienes buscan empleo (es decir el ejército de candidatos doctorales que están a punto de terminar, quienes hayan recientemente defendido su tesis doctoral, además de los que han sido profesores asistentes visitantes y otros más que quieren cambiar de institución en donde laboran) envían un número variable de solicitudes a todas estas instituciones. En otras palabras, cada puesto ofrecido debe recibir alrededor de 50 solicitudes o más.

Luego, los comités de selección revisan los materiales enviados y deciden cuáles candidatos serán más viables. Esos candidatos reciben en algún momento (entre noviembre y diciembre) peticiones de materiales adicionales para evaluar su trabajo y las posibles conexiones con el puesto ofrecido. Seguirán después las entrevistas de unos cuantos candidatos y, más adelante, quizá la visita al campus de los tres finalistas.

Pero, como es evidente en este proceso, el tiempo que transcurre desde el momento en que uno hace las solicitudes hasta que los comités piden materiales adicionales puede ser de un par de meses. Y es allí cuando la vida no ofrece ni limones ni chayotes. La vida está en vilo.

¿Qué hacer para sobrevivir el impasse sin desfallecer? Supongo que cada quien tiene sus propias recetas. Yo he encontrado que el trabajo mecánico que implica calificar, lavar platos o hacer comida me distrae de la espera. También, el trabajo creativo (y muy necesario en este instante) que requiere la edición y corrección del último capítulo de mi tesis ofrece una excusa para dirigir mi energía.

Queridos lectores y lectoras, ¿qué otras recetas tienen para sobrevivir dignamente la espera?

20 de noviembre de 2012

No es personal, dicen...

Me dicen, cuando pido consejos para sobrevivir la búsqueda de un trabajo académico, que recuerde que no es un asunto personal. Que no están evaluándome. Que no lo tome como un rechazo. Que si no me aceptan en uno de ellos es porque no somos adecuados el uno para el otro (esa institución y yo). No es personal, me han dicho.

Me pregunto, ¿por qué entonces siento, cuando a otros les han pedido más materiales y a mí no, que no valgo lo suficiente para obtener ese puesto? Yo sé que todos nosotros, los que estamos en la academia de una u otra forma, nos sentimos evaluados constantemente. Pero esto es un poco peor. Es como no ser invitado a la fiesta infantil mientras que todos los otros niños del salón sí fueron invitados (a pesar de que sé de sobra que NO TODOS LOS OTROS fueron invitados).

Y, sin embargo, no es personal. No me conocen, sólo han leído una carta que envié y mi curriculum académico... Llevo mucho tiempo preparándome para esto y, sin embargo, todos estos años de estudio y enseñanza quedan limitados a una carta y un listado de cosas que he hecho. ¿Es todo, sólo una lista y una carta?

Pero, no es personal, me dicen.

13 de noviembre de 2012

Y la nave (en la academia) va...

O no, nunca se sabe. En las condiciones actuales en la academia y con el mercado laboral como está, no se sabe si uno rema o es el rinoceronte en la nave. Si uno rema, entonces de alguna manera significa que se tiene control de lo que se hace. Uno guía el "bote" hacia tierra firme o, por lo menos, hacia un puerto (más) seguro. Si se tiene los remos en las manos quiere decir que uno tiene alguna forma de agencia en la toma de decisiones, aunque está claro que se ha abandonado el barco y uno va en el bote salvavidas. Con los remos en las manos, por lo menos uno sabe que habrá resultados tras el esfuerzo físico y mental. La ilusión del lugar alcanzable tendría que conducirnos a algún lado.

Sin embargo, tengo la sensación que soy más bien el rinoceronte. Estoy en un bote sin haber decidido que era la mejor solución. Me siento a la deriva, llevada por alguien más hacia algún lado que no conozco y tampoco sé si es el lugar que prefiero. Quisiera poder confiar en que aquel o aquella que lleva los remos sabe a dónde nos dirigimos. Sería maravilloso que fuera un ser mágico o Dios mismo, porque querría decir que este calvario lleva a buen puerto.

Evidentemente, no es fácil mantener una sonrisa cuando se está en medio de la tormenta... pero, al final nos damos cuenta que el mar embravecido no es más que la creación de artistas y artesanos. ¿Será que nosotros mismos somos artífices de nuestro destino y nos ponemos todas estas trampas en el camino?

16 de octubre de 2012

Solidaridad y búsqueda laboral

Hace un tiempo escribí sobre la situación laboral en la academia. Más o menos un año después me vuelvo a encontrar de frente a las listas de empleos. Esta vez incluso escribí los modelos de las cartas de solicitud. Es más, adapté la carta para un puesto en específico. Y ya la mandé...

Me siento inquieta ahora, sé que estas cosas tardan tiempo. Desde luego que me temo lo peor, pero una partecita de mi corazón desea que funcione. Lo mismo desean mis compañeros que también están listos para este proceso. Quieren encontrar un puesto de enseñanza y alcanzar sus sueños. No suena como algo difícil, pero con las condiciones económicas en este momento muchos de nosotros podríamos llegar a encontrarnos sin empleo muy próximamente.

Este proceso puede verse, como dice el dicho, como un vaso medio lleno o uno medio vacío. Todo es cuestión de perspectiva. Por una parte, es un aprendizaje importante hacer las cartas de solicitud, la recopilación de materiales de enseñanza utilizados en el pasado, las juntas con los profesores que pueden escribirle a uno cartas de recomendación. Y, en ese mismo orden de ideas, también se puede aprender a colaborar con los compañeros para revisarnos los materiales y darnos consejos, apoyarnos los unos a los otros. Sin embargo, por otra parte, es un proceso que causa sentimientos negativos. Hay pocos puestos y muchos candidatos, por los que la famosa solidaridad que me parece tan ideal queda en eso, un ideal. La competencia puede llegar a ser brutal, aunque las áreas de especialización de cada quien sean tan únicas.

Yo decido quedarme con lo positivo de esta experiencia: aprendo a ser una mejor persona, una mejor colega, una mejor académica si logro estar más allá de los celos y las envidias, los temores y las rencillas. Los resultados ya se sabrán... mientras tanto, aquí sigo.

14 de enero de 2012

En la soledad del scriptorium vs. la comunidad académica

Scriptorium en Echternach ca. 1020. Bremen, University Library Ms. 216, folio 124v

Para muchos de mis amigos lectores quizá la discusión sobre la apertura de publicaciones académicas hacia espacios electrónicos sea totalmente ajena. Muchos académicos en los Estados Unidos se debaten al respecto de la importancia de las publicaciones impresas para el escalafón institucional, preguntándose también si la publicación electrónica en medios alternos (como un blog o una revista electrónica) tengan suficiente validez. El problema de la validez de estos nuevos medios es, al parecer, la falta de "revisión comunitaria" o "por pares" que normalmente tiene lugar en las revistas "arbitradas". El otro lado de la moneda es, como dice Jeffrey Cohen en el blog llamado In the Middle, "There is nothing wrong with bringing your research skill to as wide an audience as possible".

Los nuevos medios, evidentemente, son una posible respuesta a las condiciones económicas actuales particularmente en los Estados Unidos aunque también las instituciones académicas en otros lugares del planeta. ¿Por qué? Porque, como dice Eileen Joy en blog antes mencionado, la situación de las "shrinking library budgets coupled with corporate academic publishers continuing to privatize at prohibitive rates the scholarship that *we* produce and review and edit and shepherd" cierran las puertas para la publicación y difusión de nuevas ideas.

El problema al que apuntan estos dos académicos, entre otros muchos, es que la productividad en la soledad del "scriptorium" no es productiva y esta redundancia de términos es intencional. Y estoy totalmente de acuerdo. En el pasado, cuando no teníamos acceso a estos nuevos medios electrónicos, lo único que en realidad podíamos esperar era que llegara el nuevo número de la revista X, Y o Z a la biblioteca de la institución en la que trabajáramos. O, en todo caso, pedir por correo al colega que nos enviara una separata de su artículo reciente. No estamos ya en el momento en que dependamos de este proceso.

Sin embargo, como también apunta Eileen, en este momento en que el mercado laboral para académicos en ciernes (que estamos terminando o ya terminaron el doctorado) es particularmente difícil, es importante tener publicaciones en el curriculum. Lo complicado es ¿qué vale como una publicación académica y qué no vale? ¿Acaso este diario tiene valor académico o sólo se valoraría si fuera evaluado por otros académicos? La situación es incómoda para muchos de nosotros, porque no sólo tenemos la presión de terminar cuanto antes una tesis doctoral de alta calidad, también debemos producir publicaciones y tenemos carga de enseñanza sin derecho a sabáticos y, evidentemente, sin una plaza que nos ofrezca seguridad económica.

Así, esta entrada en mi diario es sólo una expresión de apoyo (y ciertamente una traducción para aquellos que no tienen acceso a esta discusión por desconocimiento del debate que está teniendo lugar en los Estados Unidos) para la apertura hacia nuevos medios. Sin embargo, debo agregar, no soy una usuaria de Tweeter y no creo que pudiera serlo. El inconveniente de algunas de estas formas de acceso electrónico a los nuevos planteamientos es la necesidad de discernir entre las fuentes que nos interesan de aquellas que no son útiles para nuestros proyectos personales o colectivos.

Recomiendo que lean las entradas que han hecho Eileen y Jeffrey en su blog, pues dan una mejor idea de la situación de la academia en este momento.

27 de septiembre de 2011

Cuando el agua sube...

hay que aprender a nadar. Y si no, de plano flotar.

 Supongo que parecería contraproducente estar escribiendo esta entrada en mi diario (que no ha sido últimamente muy diario que digamos), pero necesito empezar a reconectar el cerebro con los dedos antes de entrarle a todo lo que debo hacer. Así que comenzaré por hacer una "lista de pendientes" para el día de hoy.

  1. Primero que nada, tengo que tomar notas de dos libros respecto a la política internacional de Fernando de Aragón (y no, no estoy hablando de los Reyes Católicos, sino sólamente de Fernando). Esto es parte del marco histórico del tercer capítulo de mi tesis doctoral.
  2. Al terminar las notas, es importante que haga copias o PDFs de los mapas que tienen estos libros.
  3. Luego debería llevar estos dos libros de regreso a la biblioteca.
  4. Tendría que dedicarle unos minutos a imprimir el listado de empleos a los que pienso mandar mi solicitud.
  5. Eso me llevará a terminar de escribir mi filosofía personal sobre la enseñanza, para poder hacer mis solicitudes de empleo.
  6. Además, me encontraré con uno de los miembros de mi comité doctoral para preguntarle al respecto de las cartas de recomendación y un elemento que quiero incluir en mi curriculum.
  7. Finalmente, voy a ir al gimnasio o a caminar... y quiero ver la bio-luminiscencia en la costa...
y como iré a ver el mar (no como Alfonsina Storni),  es importante saber nadar o, por lo menos, flotar en casos de inundación.

17 de septiembre de 2011

¿Pidiendo peras al peral?

La temporada de caza ha empezado: los tres listados con posiciones académicas están disponibles para todos los estudiantes doctorales que están a punto de terminar su disertación y para aquellos que ya terminaron pero que aún no habían conseguido un puesto. Las condiciones del mercado, como he comentado antes en otra entrada, no son las mejores. Por esto mismo hay quienes ya habían terminado su doctorado y mandado solicitudes de empleo a diversas instituciones pero no habían logrado ser contratados. ¿Qué es lo que sucede, por lo menos en los Estados Unidos?

En pocas palabras, el neoliberalismo ha llegado al límite y empieza la hecatombe. Las instituciones educativas (además de las instituciones de difusión cultural, entre otras) tienen que sostenerse a sí mismas porque el gobierno no considera prioritaria la educación superior (y tampoco la elemental, para qué hacerse ilusiones). El problema, como yo lo veo, es que las universidades están llenas de burócratas (empleados administrativos) que se hinchan como chinches o sanguijuelas con las enormes cantidades que los alumnos tienen que pagar como colegiaturas. Sin embargo, la planta lectiva (profesores y demás académicos) es cada vez menor y tiene mayor carga docente.

Los burócratas creen que la productividad en una universidad se mide en dólares, mientras que los idealistas como yo creemos que se mide a través del impacto generado en nuestros alumnos. Lo importante no es tener millones de alumnos en una sola aula, sino poder dar lugar a un diálogo que cambie en algo la percepción que esos alumnos tengan sobre el mundo (presente, pasado y futuro). Para tener acceso a esos miles de alumnos que requieren atención académica se requieren muchos profesores, no unos cuantos. Por ello el mercado laboral está contracturado.

Por otra parte, las instituciones académicas, que ahora están dirigidas por estos burócratas-sanguijuelas que no se llenan con nada, buscan quienes estén dispuestos a generar clases a distancia. Evidentemente los alumnos que quieren educación optarán por lo que se les ofrezca, pero en una clase a distancia se pierde algo esencial: el diálogo inmediato que se establece en un proceso de enseñanza-aprendizaje cara a cara. ¿Cómo puede enterarse un profesor que sus alumnos no están entendiendo lo que explica si no es a través de la expresión facial de quienes son los receptáculos no pasivos de esa información?

Esto me lleva al problema central, creo yo. Los administradores-chinches de las universidades esperan que nuestros alumnos sean receptáculos pasivos. ¿Acaso se aprende de manera pasiva? ¿Acaso no leyeron Paulo Freire? No, desde luego que no lo leyeron. La situación sería muy otra si hubiera sucedido. En fin, basta de diatriba académica. De todas formas no tengo escapatoria si quiero seguir haciendo investigación y compartiendo con mis alumnos (presentes y futuros) las cosas que más me interesan en la vida: la vida misma.

8 de septiembre de 2011

La academia en tiempos del cólera

No, no estoy citando a un conocido escritor latinoamericano. No quiero referirme al amor y esas cosas. Estoy hablando del cólera... o ¿será la cólera? Para mis lectores no conscientes de la diferencia, déjenme contarles que según el Diccionario de la lengua española (DRAE) la cólera significa "ira, enojo, enfado". Sin embargo, cuando el sustantivo es masculino es una "enfermedad epidémica aguda de origen bacteriano, caracterizada por vómitos repetidos y diarrea severa". Hecha esta aclaración, creo que debería quizá renombrar esta entrada: "La academia en tiempos de la cólera".

La academia originalmente era una "escuela filosófica fundada por Platón, cuyas doctrinas se modificaron en el transcurso del tiempo, dando origen a las denominaciones de antigua, segunda y nueva academia" (DRAE). Hoy en día es un "establecimiento docente, público o privado, de carácter profesional, artístico, técnico, o simplemente práctico" (DRAE) pero también implica que este cuerpo de docencia tiene un carácter autoritativo. Los académicos son aquellos que se consideran a sí mismos y son considerados por otros autoridad sobre una materia específica. Lo que es una lástima es que los empleados administrativos, contratados por estos cuerpos docentes para hacer funcionar un establecimiento de enseñanza-aprendizaje, han tomado las riendas del asunto.
Le Collège de Sorbonne en 1550 (imagen realizada cerca de 1850) © Musée national de l'Éducation - CNDP

No lamento que los académicos o docentes, elige lector la palabra que más te convenga o acomode, hayan perdido cierta parte de su autoridad. De hecho, creo que tengo conflictos con las figuras de autoridad que no son capaces de bajarse del pedestal e intercambiar su lugar con otros. Lo que lamento es que los administradores crean que saben qué es mejor para la educación. Así, en este momento en donde la liberalización del mercado ha llevado a una crisis de valores (además de económica), ya no importa proporcionar una educación a nuestros jóvenes sino amasar grandes sumas de dinero a través de las "universidades". Estas instituciones, que en algún momento fueron creadas por los mismo estudiantes alrededor de algunos profesores, se han vuelto una máquina perpetuadora de obreros de baja capacidad intelectual.

Y sí, algunos todavía creemos que enseñar y aprender es una necesidad, no un lujo. Por eso la ira, el enojo, el enfado. Llevo tantos años en este proceso de aprender y enseñar que no quiero ni pensarlo. Además, justamente ahora tengo que entrar al mercado laboral y mostrar que estoy dispuesta a formar cientos de mentes pequeñas, en lugar de jugárnosla todos por llegar más allá.

No, no me interesa ser considerada una autoridad en ninguna materia. Eso no importa. Lo que realmente me preocupa es poder mostrarle a unos cuantos que sí podemos alcanzar a entender más de lo que imaginamos.

5 de septiembre de 2011

Mercadotecnia académica

A todos nos llega el momento en que tenemos que vendernos al mejor postor. Sí, suena horrible. Es horrible. Pero todo el mundo tiene que buscar trabajo, actividad particularmente horrible en una economía contrahecha como la actual (particularmente en los Estados Unidos, en donde las ciencias humanas y sociales son vistas con despecho a pesar de que la mayor parte de la información sobre qué significa ser humano y la formación necesaria en este mundo moderno proviene de estas áreas).

A mí me está llegando el momento en que tengo que preparar todos los materiales necesarios para solicitar empleo: cartas de recomendación, curriculum vitae, cartas de presentación, muestras de mi trabajo escrito, mi filosofía educativa y pedagógica, etc. Algunos empleos están abiertos ahora y es en este momento en que prepararé todo lo necesario.

Creo que una de las tareas más complicadas (y quizá también más desagradables) es pensar cómo vendernos a nosotros mismos cuando hay pocos puestos y muchas personas buscando ocuparlos. Hay que pensar con cuidado qué tenemos de especial, qué nos hace mejores o más adecuados para un puesto en una universidad. Es más, tenemos que preguntarnos si enseñar en una universidad es lo que queremos, si deseamos hacer investigación o sólo enseñanza.

He intentado no pensar en estos temas de manera abierta y dedicarme, más bien, a escribir mi tesis doctoral. Inconscientemente, me aterra la posibilidad de competir por los pocos huesitos que las instituciones educativas nos tiran a los recién egresados o los que estamos por concluir nuestra formación académica. Conscientemente me irrita la situación y he buscado alternativas fallidas, actuar como avestruz no me llevará a nada, pero por lo menos no tengo que angustiarme todos los días.

Llegó el día menos esperado, en todos los sentidos de la frase. No esperaba, ni deseaba esperar este día. Ha llegado y tendré que entrarle. Deséenme suerte.