O no, nunca se sabe. En las condiciones actuales en la academia y con el mercado laboral como está, no se sabe si uno rema o es el rinoceronte en la nave. Si uno rema, entonces de alguna manera significa que se tiene control de lo que se hace. Uno guía el "bote" hacia tierra firme o, por lo menos, hacia un puerto (más) seguro. Si se tiene los remos en las manos quiere decir que uno tiene alguna forma de agencia en la toma de decisiones, aunque está claro que se ha abandonado el barco y uno va en el bote salvavidas. Con los remos en las manos, por lo menos uno sabe que habrá resultados tras el esfuerzo físico y mental. La ilusión del lugar alcanzable tendría que conducirnos a algún lado.
Sin embargo, tengo la sensación que soy más bien el rinoceronte. Estoy en un bote sin haber decidido que era la mejor solución. Me siento a la deriva, llevada por alguien más hacia algún lado que no conozco y tampoco sé si es el lugar que prefiero. Quisiera poder confiar en que aquel o aquella que lleva los remos sabe a dónde nos dirigimos. Sería maravilloso que fuera un ser mágico o Dios mismo, porque querría decir que este calvario lleva a buen puerto.
Evidentemente, no es fácil mantener una sonrisa cuando se está en medio de la tormenta... pero, al final nos damos cuenta que el mar embravecido no es más que la creación de artistas y artesanos. ¿Será que nosotros mismos somos artífices de nuestro destino y nos ponemos todas estas trampas en el camino?
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