21 de julio de 2012

Totalmente agotada...

y podría empezar a pensar en canciones para seguir la idea del título, pero no lo haré. Hoy no se trata de cantar, se trata de recuperar el aliento y reconocer que he abandonado la escritura de este diario por demasiado tiempo.

Finalmente llegué a las mil visitas... aunque nunca hubiera imaginado que alguien estaría interesado en leer lo que yo escribo, mucho menos mis divagaciones académicas sobre la academia. Sin embargo, allí está registrado en mi blog: 1007 accesos desde que comencé a escribirlo. Esto implica que hace falta escribir un poco más... aunque no siempre sea en el blog.

He pasado tiempo preparando la clase que daré durante la segunda sesión de verano, titulada "Amor y amantes prohibidos" o algo así, pues es en inglés. Decidí ofrecer una clase de literatura comparada que me apasione, que ponga en diálogo diferentes tiempos históricos (desde la antigüedad hasta el periodo romántico), diversos géneros literarios (poesía, teatro, novela corta, cuento) en conversación con diversos medios (cine, animación en video, pintura, ópera), además de cubrir varias "tradiciones nacionales" europeas. Espero que mis alumnos disfruten la clase tanto como yo lo hice al prepararla.

También he estado editando el cuarto capítulo de la tesis doctoral, agregando nuevas secciones pues he modificado ligeramente el enfoque que tenía originalmente. Creo que está quedando bien, aunque siento que no he avanzado lo suficiente. Por fin puedo ver una pequeña luz del otro lado del tunel (aunque creo que don Ernesto Sábato no estaría de acuerdo con esta imagen).

Finalmente, estamos organizando un libro sobre monstruos y sus familias, por decirlo de manera rápida. La idea me parece fascinante, pues no hay nada publicado al respecto. En todo caso, se ha escrito sobre dos de los textos más conocidos (son dos creaturas monstruosas cuyos padres no lo son: uno es el hijo de un pagano y sólo después del bautizo el bebé recupera la "normalidad", mientras que el otro es el hijo de una criatura fantástica). Esperamos, mis compañeras de proyecto y yo, que haya mucho interés y nos manden muchas propuestas de artículos para incluir en nuestro libro.

Así que, si no escribo en el diario no es porque no tenga todo el deseo de hacerlo. Simplemente no me da el tiempo... ni la energía.

4 de junio de 2012

Temas sangrientos y peludos: Metamorfosis e identidad

Karl Steel acaba de publicar, en uno de los blogs que sigo, una entrada que ha servido para que yo vuelva a pensar en asuntos monstruosos. Se refiere a Bisclavret, el lai de María de Francia (si no conoces el texto, puedes leer un resumen del argumento aquí). Lo llamativo es que había yo estado pensando en incluir este texto de alguna manera en el curso de verano que daré próximamente, aunque fuera sólo como referencia para hablar de Arturo y Gorlagon.

(No, mi curso no es sobre criaturas monstruosas. Aunque algunos de mis alumnos quisieran que yo diera esa clase, decidí después de mucho pensarlo que no era lo más adecuado.)

Simultáneamente, fuera del ámbito académico, descubrí una serie televisiva llamada Grimm (gracias a que una profesora muy querida me comentó que seguramente me gustaría). Así, entre Bisclavret, Gorlagon y las criaturas en Grimm me encuentro en la necesidad de decir una obviedad ya dicha muchas veces en la academia. Las metamorfosis de estos seres, algunos de ellos considerados hombres lobo pero también otros que se transforman en ratones, serpientes u osos, son una clara indicación de su identidad. Aunque ya me había referido parcialmente a algunas de estas historias en esta entrada y en ésta, lo hice en relación a los vampiros. Hoy me interesa hablar de otro elemento más.

El caso del lai de María de Francia ha sido muy discutido en ese respecto. La transformación casi permanente del caballero pone en evidencia su más profundo ser: es un vasallo digno de un lugar especial debido a la lealtad por su señor feudal. El caso del hombre lobo en Gorlagon es similar, cuando el hombre se vuelve lobo muestra claramente cuáles son sus mayores virtudes... aunque a veces la violencia puede ser extrema.

Ahora bien, siete siglos después nos siguen fascinando las criaturas que se modifican (a veces a voluntad, otras debido a la influencia de factores externos, como la luna llena) y se vuelven monstruosas. Evidencia de ello es Twilight y sus sucedáneos, escrito por Stephenie Meyer. En esta serie de textos, si bien el vampiro tiene un papel predominante, el hombre-lobo no se queda atrás. Asimismo, Grimm muestra una gran cantidad de seres que se transforman, por ello es particularmente relevante para hablar de identidad. Las características del animal del que estos seres toman atributos están relacionadas con quiénes son, cómo se comportan incluso cuando no están en la fase "animal" de su vida. La pregunta que queda hacerse es, cómo definir entonces la identidad.

Quizá esa serie de atributos, comportamientos, actitudes e, incluso, características físicas sean las marcas más esenciales de la identidad. Pero lo llamativo es que ni Bisclavret, Gorlagon o Grimm consideran elementos de clase o posición social, identidad racial o étnica, preferencias sexuales y otros determinantes para hablar de identidad. Aunque valiera la pena distinguir a los osos, del episodio "Bears Will Be Bears", pues hay de alguna manera una referencia de clase. Sin embargo, no podemos decir lo mismo de Twilight pues la diferencia entre vampiros y hombres lobo no es sólo de apariencia física, es profundamente racial: los lobos pertenecen a los quileute, habitantes de una reservación india en el estado de Washignton.

29 de mayo de 2012

Y cuando uno piensa que se hunde el barco...

algo sucede que lo saca a flote. Pero no hay que fiarse, es importante estar listo para echar a nadar en caso necesario. O hacer algo, porque parece la casa del jabonero.


Llevo un trimestre que cualquiera diría es una pesadilla: Por una parte, la salud no siempre es buena compañera y no porque uno no se cuide, sino porque hay cosas que se descomponen. Primero fue un riñón con piedrita; luego una insidencia de queratosis actínica, finalmente un nevo de crecimiento anormal. Por suerte, las cosas se pueden arreglar. Por otra parte, las relaciones con la directora de tesis siguen su curso, que podría considerarse suficiente en este momento. En otros rubros relacionados con la academia, resulta que no podré trabajar el trimestre de otoño, como se suponía podría, pues han decidido poner en práctica reglamentos que hasta ahora habían sido bastante laxos. Digo yo, por qué no volverse estrictos a principios de año escolar, no a finales. Pero lo bueno es que ofreceré un curso de verano que promete ser divertido y, lo mejor de todo, es que la tesis avanza rápidamente ahora (con viento en popa, que le dicen).

En lo personal, supongo que todo lo que no mata engorda. Pero hay situaciones que, a pesar de ser maravillosas en muchos sentidos, desestabilizan la vida cotidiana. Y cuando uno cree que ya tiene bajo control todas las posibles áreas vitales, zas aparece algo nuevo. Ya queda dicho que me dedico a engordar, porque no tengo ninguna intención de dejarme morir.


De hecho, creo que lo más importante es no perder la mira... seguir nuestro sueño. Aprender a volar, o por lo menos a nadar.

13 de mayo de 2012

Procesión anual a Kalamazoo

Todos los años nos reunimos en Kalamazoo, MI. Este evento es casi una peregrinación a un lugar santo (tal como Santiago, Jerusalem o Roma), pero a diferencia de los palmarios, los peregrinos y los romeros lo que nos une no es una creencia religiosa sino el estudio de la pre-modernidad: la Edad Media, la antigüedad tardía e, incluso, la temprana edad moderna. Venimos de muchos lugares, algunos tan cercanos como de la universidad que alberga el congreso, otros desde otros continentes. Pero las diferencias de lenguaje, aspecto físico, género y orientación sexual, especialidad académica y pertenencia nacional no tienen mayor importancia.

Es allí en donde me encuentro ahora mismo, así que esta breve entrada es sólo para poner al tanto a vuestras mercedes eso... nada más eso. Ya agregaré notas sobre las cosas que aquí han sucedido.

1 de mayo de 2012

Un recuerdo entrañable

No me queda muy claro cómo funciona la memoria... o sí, pero lo que quiero decir es que no sé por qué en cierto momento nos acordamos de algo en particular. Hace un momento me acordé de los domingos de hace muchísimos años, en que iba a comer los domingos al restaurtante Trevi en la ciudad de México.


Este restaurante seguía en pie hasta hace un tiempo e imagino que ahí sigue (al parecer sí sigue). Está en la esquina de Colón, en frente a la Alameda. Muy cerca estaban el Hotel Regis y el Cine Regis, ambos desaparecidos en 1985 debido al temblor. Pero el Trevi no fue mayormente afectado.

El recuerdo que yo tengo de esos domingos es ir a comer allí, con mis padres y mi hermana. Justo afuera del restaurant había (y sigue habiendo) un puesto de periódicos en donde nos compraban a cada una un comic. Tengo la impresión que nos dejaban elegir qué comprar, pero no estoy tan segura. Lo que sí me queda clarísimo es que los leíamos ávidamente, para después intercambiar las revistas con dibujitos.

También recuerdo que servían Chaparritas, había fresas con crema y un mural de la fuente de Trevi. Bueno, eso de mural está por verse... pero recuerdo el lugar con mucha claridad. Supongo que íbamos porque era barato, porque era un lugar limpio, o porque estaba en el centro. La comida no era espectacular, porque la recordaría. Lo que sí recuerdo son los comics... y las chaparritas.

24 de abril de 2012

Diálogo vs. monólogo interior

En varias ocasiones he mencionado la dificultad que genera trabajar en una torre de marfil. El aislamiento académico no pareciera ser particularmente productivo. Un ejemplo contrario al aislamiento es lo que sucedió durante el llamado "renacimiento" del siglo XII en Europa occidental. Si la premisa de contaminación, contacto o colisión ideológica es cierta, la exposición a nuevas formas de pensar (y en este caso me refiero a la riqueza intelectual y cultural andalusí) desencadenaron dicho renacimiento. Las disputas teológicas entre las tres leyes (cristiana, judía y musulmana) dieron lugar a nuevas nociones y conceptos.

La vida en el scriptorium, que es paradigma del aislamiento, dio lugar a copias y adaptaciones de otros escritos. La riqueza intelectual, en cambio, se centró en otros espacios. Las cortes y las universidades se volvieron foco de encuentro de múltiples culturas, particularmente algunas de estas instituciones. Claro está, no todas las tendencias religiosas estuvieron presentes. Puedo pensar en la ausencia de albigenses en las cortes, por ejemplo. Es decir, la posturas heréticas no fueron parte de esta heteroglosia.

Hoy, como muchas otras veces, siento la necesidad de dialogar con otros al respecto de estas ideas, que de alguna manera se ven y verán reflejadas en mi tesis doctoral. Una vez más la sensación de soledad es intensa. Nuevamente me siento en el scriptorium. No hay gran cantidad de académicos dedicados al estudio de texto tardíomedievales que fueron traducidos o adaptados al castellano, sobre todo porque muchas de estas versiones son sólo consideradas eso: traducciones. Así, estoy en un campo solitario, muy solitario.


En fin, el hecho es que desde mi pequeña torre de marfil intento acercarme a mis propias ideas a través de compartirlas. En ese diálogo que veo más como un monólogo interior, espero encontrar la validez (o falta de validez) de mis conclusiones. Por lo pronto es lo único que cabe hacer.

15 de abril de 2012

Las abuelas

¿Cuántas abuelas tienes? Yo tengo muchas, muchísimas de hecho. Será porque crecí a distancia de mi familia extendida, así que a muy temprana edad ya tenía abuelas de repuesto. En la foto a la izquierda se ve una imagen de una reunión de las Trece Abuelas. Trece mujeres de diferentes rumbos compartieron sus vivencias. Con ese espíritu en mente, me propongo a contarles de mis abuelas.

Mi abuela materna, la única abuela "de sangre" que conocí, fue durante mis primeros dos años más bien mi madre, mi cuidadora cotidiana. Ella me daba de comer y me tenía a su lado. De eso, recuerdo muy poco. Era yo muy pequeña y poco después nos fuimos de mi país a otro... que se volvió mi país poco a poco. Ya sé, quien me conozca personalmente seguro pensó que hablo del reino del águila y la serpiente. Pero no, déjenme decirles que mi segunda patria estaba más al norte, aunque entonces yo no lo tenía tan claro.

Por un año tuve una nueva cuidadora, una mujer que no recuerdo realmente. Ella y yo, al parecer, podíamos conversar sin problemas aunque mis padres no lo lograban. Esta mujer era africano-americana, por lo que seguramente tendría algún acento (y pobres mis padres, el inglés que conocían era de la zona industrial de Inglaterra). Yo creo, a pesar de no tenerla tan presente, que esta mujer de alguna manera era como una abuela en su momento.

Y otra vez volvimos a emprender el vuelo, ahora sí a la tierra de los movimientos telúricos. Allí conocí a dos mujeres fabulosas, ambas mis abuelas. Primero que nada Ana María Rubalcava viuda de Almada ("Nanis" de cariño), de la que jamás me olvidaré. La recuerdo parecida a Marlene Dietrich, pero seguro me equivoco. Nanis fumaba, tomaba café express en tacita chiquita, se pintaba los labios muy rojos y tenía un perrito salchicha adorable, llamado Nene. Nanis me enseñó las cosas más divertidas del planeta y, sin lugar a dudas, era una versión mexicana de Mary Poppins pero de clase muy alta (y nada de andar cargando planchas y cosas así en un bolsón). La verdad, era una señora bien, divina y llena de imaginación.

Un poco más adelante, la Sra. Bonilla se volvió una abuela para mí... aunque mi relación fue un poco menos estrecha con ella. Su fascinación por las telenovelas es algo que recuerdo con mucha precisión... y su afán de enseñarnos (a mi hermana y a mí) a cocinar y lavar platos correctamente. Debo agradecerle también ese amor materno que prodigaba a quien se le acercaba.

Y así llega 1971, año en que finalmente tuve a mi propia abuela viviendo bajo el mismo techo. Si hubiera una máquina del tiempo, regresaría al pasado y le pediría disculpas por hacerla rabiar. Aunque, para ello necesitaría tener la sabiduría que tengo ahora, 40 años después. Podría ser que le hubiera pedido que dejara de meter cizaña en las ya de por sí tensas relaciones familiares. ¡Qué sé yo!

El hecho es que tener tantas abuelas es productivo, porque finalmente uno logra ser parte de otras telarañas... esteee, redes familiares, quise decir.

Puesta al día: Hace muy poco recibí la nota que apareció en el periódico acerca de la muerte de mi otra abuela "de sangre". Creo que merece ser difundida, porque fue mi abuela y tiene un lugar en mi corazón aunque no la haya conocido. Ah, agregaré que mi padre tenía dos años y medio cuando ella murió.