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14 de mayo de 2013

Periplos y encuentros

Una vez más vino el momento de participar en nuestro peregrinaje anual a Kalamazoo. Sin embargo, esta ocasión mi plan de viaje incluyó, a la manera del viaje a Itaca que escribió Constantino Kavafis, la visita a otros lugares en camino a y de regreso de mi destino. Esta entrada es, pues, un breve recuento de estas últimas dos semanas como recordatorio para mí misma y para satisfacer la curiosidad de mis lectores.
Inicié mis aventuras con un contratiempo. Iba yo a viajar la noche de un jueves con destino inicial a Portland en donde mi vástago me recogería para ir a Corvallis (en el estado de Oregon). Lamentablemente compré un boleto con una línea aérea que nunca jamás me transportará después de lo sucedido. Spirit canceló el viaje aduciendo problemas climáticos (y juro que, por más que busqué dichos problemas en todos los Estados Unidos, fui incapaz de encontrar razón alguna para hacer tal cancelación). Desde luego nos devolvieron el dinero del pasaje pero tuve que comprar un boleto mucho más caro para la mañana siguiente en otra línea aérea.

Mi estancia en Corvallis se debió a la celebración prematura del día de las madres en la universidad en donde mi hija estudia. Todo el fin de semana estuvo lleno de actividades celebratorias aunque mi hija y yo sólo acudimos a un par de ella: un taller de joyería con materiales reciclados y un mercado "sobre ruedas" de artesanías modernas. Además, aprovechando la visita, mi hija me acompañó a concluir mi ritual doctoral privado que ahora llevo grabado en la piel (mi tatuaje es una versión de la imagen que uso en mi perfil en este sitio).

Librería Powell's (la foto no es mía).
El último día fuimos a Portland, en donde aprovechamos para ir a una de las librerías más maravillosas en los Estados Unidos: Powell's (la otra es The Strand, en Nueva York). Yo no compré nada para mí, pues sabía que la venta de libros en Kalamazoo ofrecería suficientes tentaciones para mi bolsillo. Mi hija, en cambio, aprovechó para comprar dos libros que le interesaban. Finalmente, fuimos a mi destino temporal, casa de una querida amiga en donde yo pasaría la noche antes de emprender hacia el este.

Así, la mañana siguiente partí hacia Illinois... uno de los estados más llanos en este país. Llegué a Chicago y renté un auto, pues la movilidad fue parte esencial en mi semana y media en esta área. Aproveché para ver a mi amiga Jennie, que vive a una hora de la ciudad, y me quedé dos días allí. Además de verla, disfruté montones una caminata por uno de los parques estatales. De hecho, vi tres venados en una de nuestras caminatas (en Perry Trails). Como había amenaza de clima frío, fuimos de compras, pero sinceramente creo que no me tomé en serio la amenaza y sólo compré una camiseta de manga larga... y lo pagué después.

De allí manejé hasta Kalamazoo... a donde llegué cuando la lluvia empezaba a caer. La conferencia no comenzaba sino hasta el día siguiente (el jueves), así que me reuní con algunas colegas y tuvimos la oportunidad de ir a cenar. Siguieron tres días enteros de sesiones y reuniones, encuentros con conocidos y nuevas personas. Sin duda, fueron tres días muy productivos y estimulantes (también por el frío, he de agregar). Finalmente llegó el domingo, día de dejar Kalamazoo y viajar hacia Chicago (porque dejé a una amiga en el aeropuerto), de allí a Bartlett (a dejar a otra amiga en casa de su padre) y finalmente llegar a Elgin.

Field Museum en Chicago (la foto no es mía).
Elgin está ubicado hacia el noroeste de Chicago, a una hora del centro. En realidad ya no podría decirse que es un suburbio sino un pueblo separado. La región es especialmente hermosa pues esta época todo está verde y los árboles empiezan a florecer. Además, está llena de pequeñas lagunas y algunos ríos. Sin embargo, a primera hora el lunes, fui hasta Chicago pues tenía reunión en el Field Museum. Claro está que elegí el camino menos transitado, el tráfico en las carreteras es lo menos indicado una mañana de lunes, así que terminé tardando más en llegar (dos horas en total), pero vi Chinatown, Cicero y el corredor industrial que están en la zona sur de la ciudad (y que nadie visita, desde luego).

El martes, en cambio, no manejé. Por la tarde, cuando mi amiga regresó del trabajo fuimos a caminar junto al río por un rato y luego paseamos en auto. Pasamos por St. Charles y en Geneva nos estacionamos, caminamos un poco y cenamos en un restaurant japonés. La verdad que esta región es muy bonita, aunque el día de hoy hace calor... y ya mañana regresaré a casa. Este fue mi largo viaje, de lo más merecido, pues he concluido por fin el doctorado.

31 de diciembre de 2011

Los caminos de la viajera II

Brushstroke de Roy Lichtenstein.
Sigamos con el relato de las vacaciones. En la entrada anterior mencioné mi paso por el Jardín escultórico de la National Gallery en DC. Después de caminar otro poco más llegamos (mi guía y yo) al Hirshhorn. El museo es parte del Smithsonian, dedicado a arte (moderno y) contemporáneo. Afuera del museo en sí hay otro jardín escultórico y lo primero que ví fue la escultura que se ve a la izquierda, de Lichtenstein. Claro que mi guía no entendía cuando yo saltaba de alegría, porque no sabe que me encanta la obra de Lichtenstein.
Después me encontré una pieza que me recordó mucho al trabajo de mi tío Rodolfo. Es una escultura de Lucio Fontana, también argentino, pero su obra es de finales de los cincuentas. También encuentro que una gran diferencia es que mi tío trabajaba en otro tipo de materiales (yeso o un compuesto parecido al yeso, papel) y, sobre todo, su obra es blanca. Esta obra de Fontana es negra, aunque en la foto no se aprecia bien el color. Otra diferencia, esta vez temática, es que de los huevos neofósiles de mi tío surgen (o intentan surgir) cuerpos humanos a pesar de las múltiples constricciones que sufren. En la obra de Fontana hay un abismal vacío que no promete nada. La diferencia creo yo obedece a un momento histórico ligeramente diferente. Para Fontana no parecería haber esperanza, para mi tío pareciera haber una situación represiva brutal. Treinta años de diferencia son muchos.

Al lado de la obra de Fontana estaba este complejo escultórico de Juan Muñoz, que se llama Last Conversation Piece. En la imagen a la izquierda no se llega a apreciar el tercer personaje tras los dos al frente. El hombre a la derecha está viendo directamente a estos tres. Debido a la luz invernal, las fotografías que tomé no son muy buenas pero ofrecen una clara idea de la pieza de Muñoz.

Así es que llegamos a la puerta del museo como tal. Afuera hacía frío, pero adentro era un verdadero horno. De las obras que estaban expuestas en el museo no pude tomar muchas fotografías, pues la institución prohibe tomarlas en ciertas exposiciones (supongo que no lo permiten en las muestras temporales).
Marilyn Monroe's Lips de Andy Warhol.

En el piso inferior encontré esta obra de Warhol, autor que de alguna manera marcó mi estancia en la costa este. Mientras tomaba la foto me acordaba de mi hija, que es una fanática de la obra de este hombre.
Richard Serra, Morro Bay.
Y luego encontré dos obras  que evidentemente me recordaron a otra persona, que dudo que lea mi diario porque no habla español. La primera es de Serra. La textura no es muy clara en la fotografía, pero eso fue algo que me llamó mucho la atención además de que la figura negra no es totalmente cuadrada y sólo se puede notar en la parte superior izquierda.

La segunda es de Larry Poons, se llama Day on Cold Mountain. Este cuadro me hizo pensar en un tapiz... a pesar de mi preferencia por la obra en blanco y negro, esta me resultó sorprendentemente relajante (aunque fuera muy amarilla). De hecho, es una combinación inesperada para mí. Supongo que uno cambia de vez en cuando de preferencias visuales.
La última pieza que fotografié (como una panorámica para intentar captar la sensación que causaba) es esta instalación de Fred Sandback. Al lado de mi guía se puede ver la obra de Poons... y lo que parecen líneas de color son estambres de colores, esa es la instalación.

Así terminó mi visita al museo Hirshhorn... y termina también esta entrada a mi diario. Hasta la próxima y ¡feliz año nuevo!

29 de diciembre de 2011

Los caminos de la viajera I

Estoy finalmente de regreso, con las fotos listas para mostrar las maravillas que vi. Esta entrada se trata únicamente de Washington DC. Lo primero es lo primero, así que llegué a DC después de varias horas en el aeropuerto JFK, pues hice escala allí. Por suerte, me estaba esperando Sean, porque no tengo idea cómo llegar a ningún lado desde el aeropuerto de esa ciudad.

Al llegar a su casa todo fue mejor, porque estaba la calefacción puesta. Afuera hacía frío pero no de morirse, sin embargo es rico llegar al calorcito. Después de dormir como lirón en el mejor colchón que yo haya probado en mi vida, Sean me preparó un rico desayuno. Conste que yo no suelo desayunar, aunque dicen que "al que le den pan que llore".

Así que comí muy contenta lo que me sirvieron y luego nos fuimos a caminar por ahí, cerca de donde vive Sean (que se llama Silver Spring). Digamos que fue un paseo por el barrio... y comimos después en un restaurant muy rico. Me llamó mucho la atención que las tiendas de bebidas alcohólicas son del gobierno... lo cual es casi como volver a la ley seca, pero en fin. La idea es que el consumo de alcohol en la capital de este país está controlado.

Por la tarde me la pasé muy cómodamente recostada en el sofá viendo películas. Eso era justo lo que yo necesitaba para comenzar mis vacaciones con el pie derecho. El domingo fuimos al centro de DC. Una de las primeras paradas fue el Jardín escultórico de la Galería Nacional de Arte.
Cheval rouge de Alexander Calder.

Como se puede observar en mis fotos, el día estaba soleado y agradable (como a 5°C). De vez en cuando había un poco de viento, pero se podía andar sin problema. A la izquierda se ve un detalle de una escultura de Calder. A mí me encanta su trabajo y este en particular permite ver el azulísimo cielo de DC, además de los árboles sin hojas a finales del otoño. Tengo otra imagen de esta escultura, pero creo que esta tiene un encanto especial.

Louise Bourgeois, Spider.
La siguiente escultura que me llamó la atención fue esta, porque me hizo recordar a mi hija (que realmente detesta a las arañas). Esta es enorme y no pude evitar tomarle una foto para que ella pudiera verificar que no la olvidé por completo en mis paseos por Washington.

Chair Transformation
de Lucas Samaras.
Había muchas otras esculturas en el jardín. Pero ninguna me llamó tanto la atención como la de Lucas Samaras. Será porque me recuerda al juego de las sillas musicales... me pareció una escultura súmamente lúdica. Y bueno, el final es lo mejor. No sé quién lo hizo, es un árbol de aluminio. Como pueden ver a la derecha, un águila decidió usarlo de percha. La gente en el parque la miraba atentamente. Yo le saqué una foto, pues me fascinan las aves estas.


En fin, esta es la primera parte del domingo en Washington. Ya pondré la siguiente serie de fotos en cualquier momento. Yo sé que están esperando ver imágenes de lo que hice.

19 de septiembre de 2011

Día de asueto necesario

A menudo me doy cuenta de que necesito detenerme un segundo y respirar hondo. Me queda claro que voy por la vida como si llevara prisa, como si la vida se terminara mañana. ¿No es eso el trasfondo del dictum "carpe diem"? Esto se lo habrá inventado un capitalista, de esos que también piensan que el tiempo es oro. Serán los ocho años de vivir en los Estados Unidos, será una predisposición previa, qué sé yo. El hecho es ese, no me tomo el tiempo para saborear lo que me ofrece la vida.

Por eso me tomo un día de asueto por semana. Ese día, no establecido en un calendario y nunca el mismo día de la semana, hago lo posible por no trabajar en cosas académicas. Hoy, por ejemplo, el día de asueto resultó ser domingo. Me levanté más o menos a la misma hora de siempre, tomé mi café matutino y leí los mensajes electrónicos recibidos (en todas las cuentas que tengo, que no son demasiadas). Lavé platos (que siempre hago en la mañana en lugar de por la noche) y tomé la decisión que era día de asueto. La pre-doctora desapareció y en su lugar llegó Madame Trapito.

Tengo que hacer aquí un paréntesis para explicarles eso de Madame Trapito, cuyo nombre es cuño absoluto de mi amiga Silvia, pero es un concepto que compartimos muchas mujeres. Conozco a varias mujeres que le llaman de otra manera. Madame Trapito es mi forma favorita de nombrar a la parte de mí que lleva a cabo la famosísima doble jornada, la invisible. Y no es que pase el trapo por los muebles, pero la idea queda bien explicada.

En fin, hoy fue mi día de asueto y, por lo mismo, no leí nada relacionado con la tesis doctoral, ni preparé mis materiales para la búsqueda laboral. Tampoco hay entrada sobre vampiros... pero ya volveré al tema muy pronto.