19 de septiembre de 2011

Día de asueto necesario

A menudo me doy cuenta de que necesito detenerme un segundo y respirar hondo. Me queda claro que voy por la vida como si llevara prisa, como si la vida se terminara mañana. ¿No es eso el trasfondo del dictum "carpe diem"? Esto se lo habrá inventado un capitalista, de esos que también piensan que el tiempo es oro. Serán los ocho años de vivir en los Estados Unidos, será una predisposición previa, qué sé yo. El hecho es ese, no me tomo el tiempo para saborear lo que me ofrece la vida.

Por eso me tomo un día de asueto por semana. Ese día, no establecido en un calendario y nunca el mismo día de la semana, hago lo posible por no trabajar en cosas académicas. Hoy, por ejemplo, el día de asueto resultó ser domingo. Me levanté más o menos a la misma hora de siempre, tomé mi café matutino y leí los mensajes electrónicos recibidos (en todas las cuentas que tengo, que no son demasiadas). Lavé platos (que siempre hago en la mañana en lugar de por la noche) y tomé la decisión que era día de asueto. La pre-doctora desapareció y en su lugar llegó Madame Trapito.

Tengo que hacer aquí un paréntesis para explicarles eso de Madame Trapito, cuyo nombre es cuño absoluto de mi amiga Silvia, pero es un concepto que compartimos muchas mujeres. Conozco a varias mujeres que le llaman de otra manera. Madame Trapito es mi forma favorita de nombrar a la parte de mí que lleva a cabo la famosísima doble jornada, la invisible. Y no es que pase el trapo por los muebles, pero la idea queda bien explicada.

En fin, hoy fue mi día de asueto y, por lo mismo, no leí nada relacionado con la tesis doctoral, ni preparé mis materiales para la búsqueda laboral. Tampoco hay entrada sobre vampiros... pero ya volveré al tema muy pronto.

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