4 de noviembre de 2012

Temas sangrientos, nuevamente

Hoy, tomando un café con un buen amigo, hablábamos de muchas cosas cuando de repente se le ocurrió preguntarme qué opinaba yo sobre las tendencias actuales en la cultura popular y los vampiros. Claro, agregó él, yo soy una "especialista" en estos temas. Y no, no soy una especialista en estos temas... pero soy una estudiosa de ellos y no cabe duda que he pensado en estas tendencias.

Mi respuesta es, más o menos, lo que sigue. Como le expliqué a mi amigo, veo dos vertientes importantes. Por un lado, después de que en la década de los setenta el vampiro como personaje empezó a tener voz, cada vez la perspectiva tiende a ser más centrada en el vampiro. De ser un extraño pasó primero a ser un extraño que podría ser entendido e incluso aceptado, pero extranjero a la sociedad del protagonista (o antagonista, en caso de que el vampiro fuera protagonista de la historia). Más adelante el vampiro se volvió "uno de nosotros", algo diferente a la sociedad que lo rodea pero igual un miembro de ella. Posteriormente, el vampiro se volvió una víctima... un ser como nosotros que ha sido transformado y sufre su nueva identidad.

Por otro lado, y en relación a lo anterior, le decía yo a mi amigo que veo tanto en literatura como televisión y cine que los vampiros (y los zombies) cada vez están más relacionados con el contagio. De este tema he hablado ya antes, pero quiero agregar algo más. El vampirismo se vuelve casi sinónimo de enfermedades incurables pero con las que se puede sobrevivir, metáfora indudable del Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida. Víctima de su enfermedad, el vampiro tiene que recurrir a beber sangre por necesidad pero, gracias a la popularización de los padecimientos alimenticios (como la anorexia y la bulimia), se ha vuelto un anoréxico y se alimenta de sangre de animales (como en Twilight), de sangre artificial (como en las novelas de Charlaine Harris que dieron lugar a la serie True Blood) o del banco de sangre (véase Being Human de la BBC o la serie televisiva Moonlight). Pero, aún más importante como cambios en las narrativas de esta índole es que el vampiro (casi todos los protagonistas de estos relatos fílmicos, televisivos y literarios) quiere evitar a toda costa la propagación de su "mal".

Si bien el vampiro en Drácula era un extranjero y, para colmo, notoriamente diferente desde el punto de vista racial, cada vez más el vampiro es racialmente indistinto a su entorno. Con pocas excepciones vemos que el vampiro sea una raza independiente, pero en ese caso el texto está haciendo un comentario precisamente sobre las tensiones raciales. Pienso aquí en el caso de Fledgeling de Octavia Butler o Blade.

Concluí mi conversación con mi amigo comentando que me preocupa que los vampiros han caído en manos de personas de fuertes creencias religiosas. Algunos de los textos más recientes no sólo promueven la virginidad hasta llegar al matrimonio (claro, estoy hablando de Bella y Edward de Twilight) sino también el estar juntos hasta que la muerte los separe (obvio que en el mismo texto). Ahora bien, ¿qué pensar de la escena de la primera noche juntos de los dos "tortolitos" en que Bella queda malherida gracias a la brutalidad de su nuevo esposo?

No hay comentarios: