6 de enero de 2016

Multilingualismo at its best

No estoy segura de lo que le suceda a otras personas en una situación similar a la mía. Sólo puedo hablar de la experiencia propia, la que vivo cotidianamente. Me dedico a estudiar literatura tardío-medieval, particularmente las épicas y los romances épicos--por llamarlos de alguna manera--relacionados con el contacto ficticio entre la Cristiandad y el Islam. En este momento estoy haciendo un poco más de investigación pues estoy escribiendo un artículo a ser incluido en un libro sobre Carlomagno. Mi capítulo trata sobre la leyenda de Mainet, es decir la infancia y juventud de Carlomagno, que aparece en varios textos medievales. Algunos de ellos son castellanos, otros son franceses, otros más son franco-italianos, a los que se les suman ejemplares en gallego, latín, inglés medio, galés y alemán. Y allí no termina el asunto, pues quienes han estudiado y estudian las épicas carolingias producen en castellano, italiano, francés, inglés y alemán.

L'Estoire de Merlin, c. 1316. British Library, Add. MS  10292, f. 163v
Así, sucede que estoy leyendo un artículo que trata sobre el multilingualismo en uno de esos textos, particularmente en relación a los "autores" (aquí entrecomillado porque el concepto que actualmente tenemos de un autor no aparece sino hasta mucho más tarde) y quienes pusieron por escrito Aquilon de Bavière. De repente, yo (hispanohablante nativa que vive en los Estados Unidos hace doce años) me doy cuenta a medio artículo (escrito en francés por una investigadora holandesa) que estoy leyendo una cita del italiano. Como dicen en México, "discúlpenme pero perdónenme", no me dí cuenta sino hasta cuando volví al francés.

Ser medievalistas, particularmente cuando estudiamos literatura e historia de manera comparativa, nos fuerza más allá de los idiomas nativos y aprendidos en la escuela primaria o secundaria. De alguna manera nos volvemos ejemplos vivientes del sueño del esperantista, pues nos entendemos a pesar de que la torre de Babel fue derrumbada y las personas dejaron de entenderse unas a otras. Me queda clarísimo que desde fuera esto parece simple, pero somos un puñado de personas en el planeta que nos entendemos en múltiples idiomas (escritos y hablados) simultáneamente. Somos herederos de los mercaderes mediterráneos que desarrollaron una lingua franca, de los clérigos medievales que discutían en una lengua aprendida durante los sínodos y concilios, de los habitantes de las zonas fronterizas pasadas, presentes y futuras que desarrollan una Mischsprache, una lengua mixta.

Y así, ciudadana del mundo, regreso al artículo que leo para luego volver al capítulo que escribo. Me reconozco en estos juglares y escritores que "traducían" y "localizaban" los textos de otros a su entorno. Así, con una sensación de conexión trans-histórica y casi a nivel planetario, regreso a mi realidad ecléctica, multilingüística y difusa.