Me hablaron de depresión post-parto. Me dijeron que me sentiría perdida. Me comentaron que tendría sentimientos encontrados sobre sentirme sobreprotectora de mi trabajo, por un lado, pero por otro no querría saber nada más de él. Me contaron de la sensación de vacío una vez que defendiera la tesis doctoral. Y, a pesar de lo escuchado, no pasa aún nada de eso. Me siento satisfecha de mi trabajo, no siento la necesidad de revisar obsesivamente lo ya hecho, ya entregué la tesis y la defendí. Esa puerta ha quedado cerrada.
No me siento perdida ni angustiada. Las cosas se irán encaminando... poco a poco. Por ahora tengo otras cosas que hacer que había dejado de lado debido a todos mis pendientes anteriores. La verdad, siento una enorme sensación de libertad y no me avergüenza admitirlo.
Ahora bien, se aproxima nuestra peregrinación anual a Kalamazoo y veré a muchos conocidos y amigos. Serán días de fiesta académica, días de participar en conversaciones estimulantes. Será por eso que no me siento vacía, porque frente a mí hay muchas cosas que me gusta hacer.
29 de abril de 2013
17 de abril de 2013
48 horas más
Sólo quedan cuarenta y ocho horas. Después de eso, me sentaré junto con mi comité doctoral a discutir mi tesis y el camino que quiero seguir con la investigación involucrada en ese proceso. Hablaré con ellos de lo ya escrito y lo que planeo hacer. Escucharé sus recomendaciones y sus comentarios, seguramente me harán preguntas sobre lo ya escrito y lo que debería ampliar para incluir en el libro.
Mi estado de relativa calma me parece sorpresivo. Sin embargo, ya no hay nada que pueda hacer ahora, ellos tienen la última versión de todo el documento. Son cerca de trescientas páginas (incluyendo la bibliografía) de las cuales no espero que lean todas. Leerán la introducción y quizá algún capítulo. Posiblemente el epílogo. Hojareán el resto, dependiendo qué les llamó la atención en la introducción.
He preparado un breve discurso inicial, que les agradece su colaboración en el proceso. Luego planteo muy brevemente qué hice y qué quiero hacer a partir de este proyecto. Les solicito, finalmente, que por última vez (de manera formal) me ofrezcan retroalimentación. Sé que alguno de ellos seguirá estando dispuesto a ayudarme a pensar en cómo hacer dos artículos para ser publicados. Incluso, podría ser mi propia asesora, pero eso no lo podría asegurar.
Así, dejo de ser una postulante para ser una doctora... y no puedo quitarme de la cabeza el dicho ese, "scio me nescire". Cuanto más leo y estudio, más preguntas tengo y más quiero saber. En breve, pasaré al siguiente rango, sin que eso me haga más sabia solamente me hace más leída.
Mi estado de relativa calma me parece sorpresivo. Sin embargo, ya no hay nada que pueda hacer ahora, ellos tienen la última versión de todo el documento. Son cerca de trescientas páginas (incluyendo la bibliografía) de las cuales no espero que lean todas. Leerán la introducción y quizá algún capítulo. Posiblemente el epílogo. Hojareán el resto, dependiendo qué les llamó la atención en la introducción.
He preparado un breve discurso inicial, que les agradece su colaboración en el proceso. Luego planteo muy brevemente qué hice y qué quiero hacer a partir de este proyecto. Les solicito, finalmente, que por última vez (de manera formal) me ofrezcan retroalimentación. Sé que alguno de ellos seguirá estando dispuesto a ayudarme a pensar en cómo hacer dos artículos para ser publicados. Incluso, podría ser mi propia asesora, pero eso no lo podría asegurar.
Así, dejo de ser una postulante para ser una doctora... y no puedo quitarme de la cabeza el dicho ese, "scio me nescire". Cuanto más leo y estudio, más preguntas tengo y más quiero saber. En breve, pasaré al siguiente rango, sin que eso me haga más sabia solamente me hace más leída.
4 de abril de 2013
En la sala de espera
Fotografìa de Luis Felipe Salas |
La estancia en un programa doctoral es similar a una prolongada permanencia en una sala de espera, sobre todo cuando los estudiantes son extranjeros y volverán a su país al concluir los estudios. De hecho, en los Estados Unidos, en donde la gente tiende a trasladarse del lugar en donde nace para estudiar en otra ciudad y, de allí, se muda a trabajar a algún otro lado, esta experiencia es particularmente intensa. Digamos que antes de llegar a San Diego yo no había vivido esto, puesto que al terminar la universidad pude mantenerme en contacto con mis compañeros y compañeras. Todos vivíamos en la ciudad de México.
La meta-experiencia en este proceso doctoral se intensifica y multiplica cuando uno ha terminado la escritura de la tesis y el momento de la defensa. Estoy en una sala de espera dentro de otra sala de espera. Estoy a la espera de algo que no puedo imaginar, que trato de alcanzar. Espero obtener un trabajo en la academia, como profesora asistente (visitante o definitiva) o en un pos-doctorado. Pero mientras tengo que esperar en la sala de espera que está en otra sala de espera más grande.
¿Qué se puede hacer en esta concatenación de esperas? Por lo pronto, sigo haciendo solicitudes de empleo (que cada vez hay menos, pues la "temporada de caza" casi ha concluido). He vuelto a hacer ejercicio y hoy debería ir a caminar, por lo menos. Tengo finalmente tiempo para leer cosas que me interesan y no están directamente relacionadas con la tesis. En fin, es como tener un fin de semana largo en medio de la tormenta... es una sala de espera.
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