Hoy no escribo sobre asuntos académicos que me preocupan, ni situaciones políticas que me rodean. Y, aunque Carol Hanish haya planteado que lo personal es político, en este caso es más bien un recuento de mis recuerdos.
Mañana se cumplen trece años de la muerte de mi padre. Digo, también se cumplen quinientos veinte años de la llegada de Colón y su tripulación a este continente, pero esa es otra historia que no nos ocupa hoy. En el momento que mi padre llegó al hospital sólo unos días antes de morir, tanto mi madre como yo sabíamos que las cosas no estaban bien. Evidentemente, porque mi padre llevaba muchos años sufriendo de Alzheimer's, su estado general era malo. El hecho es que tener esta demencia debida a un crecimiento proteínico en el cerebro también afecta el resto del cuerpo, no sólo la memoria como muchos piensan.
Así, cuando mi padre falleció, ciertamente fue un cierre casi gestáltico. Ese hombre cuya mente ya no estaba con nosotros terminaba de irse totalmente. Dejaba atrás a una viuda muy cansada por los últimos años de verlo deteriorarse cotidianamente, dejaba a una hija que estaba en otro país, dejaba a una nieta a la que casi no conoció y me dejaba a mí (y al hijo que yo llevaba adentro en ese momento). Me queda claro que fue un momento de liberación extraño, pues mi madre y yo coincidimos inmediatamente en que era mejor que hubiera pasado. Mi padre no la estaba pasando bien.
A pesar de haber sido alguna forma de liberación de los males que él sufría, difícilmente pasa un día en que no piense en él. Mi padre era, ante todo, un hombre a quien le gustaba leer y pensar, era sociable y platicador, risueño e inteligente. Un melómano de corazón, con una fuerte preferencia por el jazz (el dixieland, específicamente) y la música "clásica". Un cinéfilo también, que disfrutaba de películas muy diversas: de Charlie Chaplin a Ingmar Bergman, Akira Kurosawa a Spike Lee. Pero, para mí que lo más notorio es que era un maestro, un educador.
Todos los días encuentro alguna cosa que me gustaría poder compartir con él, contarle de un libro que leí, una película que vi, discutir alguna idea que tuve. Si pudiera le preguntaría qué le parecen las oportunidades laborales que tengo, qué me recomendaría para escribir mi filosofía pedagógica de manera más contundente, qué opina de la situación de la educación superior en los Estados Unidos y en el mundo. Para mí, ese hombre que terminó de irse hace trece años, era alguien que me enseñó a pensar no sólo en mí sino en los que me rodean. Y sí... hoy lo sigo extrañando y lo seguiré extrañando hasta que yo pierda la capacidad de recordarlo.
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12 de octubre de 2012
16 de marzo de 2012
Hoy, por ser...
no, no estoy cantando "Las mañanitas". Y la verdad, es que a mi papá no le gustaba mucho esa canción, así que para qué cantársela si en lugar de ello podría escuchar "St. James's Infirmary" que le gustaba tanto. A mí me hacía llorar cada vez que él la tocaba, no sé bien por qué. La versión vinculada al título fue grabada en el mismo año que mi padre nació, será por eso que tenía una relación especial con ella.
Mientras escucho blues en su honor, sé que también debería beber un whiskey (single malt, Glenfiddich de preferencia) para hacerle todos los honores a mi papá. Tendría que comerme un sandwich de salame o de jamón serrano, porque el whiskey solo no es una buena idea.
Acompañaría todo esto con una agradable charla sobre cine, normalmente iniciada con un "¿has visto alguna buena película últimamente?" Y seguramente se burlaría de mí, porque quiero ir a ver "Juan of the Dead" este fin de semana. O hablaríamos de literatura, de filosofía, de arte... pues eso es lo que definía mi relación con mi padre. Aunque también podríamos charlar sobre las cosas que me preocupan, las ideas que he tenido y desechado porque no es fácil hablar de esas cosas con muchas personas. Y sí, ese era mi padre... un hombre que disfrutaba de las cosas terrenas y también de las espirituales de una forma muy personal.
La verdad, lo único que sí hice hoy es comprarme un pantalón que contiene lino. Eso me trae a la memoria un viaje que hicimos toda la familia por Italia y fuimos a Bologna. Allí, mi papá entró a una tienda de trajes de lino y quería que yo le ayudara a elegir uno (porque además de todo, yo era su "asesora" para esas cosas). Lamentablemente no pude ayudarlo, pues descubrimos que soy alérgica al lino puro (o al lino en grandes cantidades). Al final, se compró un saco de lino color azul claro que no le quedaba demasiado bien (el color no era el más adecuado para él), alguien más se lo eligió.
Cada quién tiene recuerdos diferentes de las personas. Seguramente mi hermana contaría otro tipo de historia acerca de este hombre que, para mí, fue tan esencial. Heredé (o aprendí) de él a preferir zapatos de buena calidad, en lugar de zapatos baratos que terminan lastimando; a dedicar horas a la lectura y a la ensoñación, aunque a veces hay que recortar esos tiempos; a llamarle a los amigos sólo porque sí, para ver cómo están. Sin duda, lo más importante que aprendí de él es que la vida dura demasiado poco para desperdiciarla en cosas que no nos gustan.
Lástima que no me duró mucho mi padre... o no me duró lo suficiente. Hace ya doce años que se fue y estuvo cerca de ocho años padeciendo de Alzheimer's (y "padeciendo" es la palabra más adecuada, porque estuvo consciente del deterioro hasta avanzada la enfermedad). Es decir, hace casi veinte años que lo empecé a perder y, sin embargo, sigue estando junto a mí y en mi memoria.
ʻoseh shalom bimromav
hu yaʻase shalom ʻalenu
v'ʻal kol yisra'el, v'ʼimru amen
Mientras escucho blues en su honor, sé que también debería beber un whiskey (single malt, Glenfiddich de preferencia) para hacerle todos los honores a mi papá. Tendría que comerme un sandwich de salame o de jamón serrano, porque el whiskey solo no es una buena idea.
Acompañaría todo esto con una agradable charla sobre cine, normalmente iniciada con un "¿has visto alguna buena película últimamente?" Y seguramente se burlaría de mí, porque quiero ir a ver "Juan of the Dead" este fin de semana. O hablaríamos de literatura, de filosofía, de arte... pues eso es lo que definía mi relación con mi padre. Aunque también podríamos charlar sobre las cosas que me preocupan, las ideas que he tenido y desechado porque no es fácil hablar de esas cosas con muchas personas. Y sí, ese era mi padre... un hombre que disfrutaba de las cosas terrenas y también de las espirituales de una forma muy personal.
La verdad, lo único que sí hice hoy es comprarme un pantalón que contiene lino. Eso me trae a la memoria un viaje que hicimos toda la familia por Italia y fuimos a Bologna. Allí, mi papá entró a una tienda de trajes de lino y quería que yo le ayudara a elegir uno (porque además de todo, yo era su "asesora" para esas cosas). Lamentablemente no pude ayudarlo, pues descubrimos que soy alérgica al lino puro (o al lino en grandes cantidades). Al final, se compró un saco de lino color azul claro que no le quedaba demasiado bien (el color no era el más adecuado para él), alguien más se lo eligió.
Cada quién tiene recuerdos diferentes de las personas. Seguramente mi hermana contaría otro tipo de historia acerca de este hombre que, para mí, fue tan esencial. Heredé (o aprendí) de él a preferir zapatos de buena calidad, en lugar de zapatos baratos que terminan lastimando; a dedicar horas a la lectura y a la ensoñación, aunque a veces hay que recortar esos tiempos; a llamarle a los amigos sólo porque sí, para ver cómo están. Sin duda, lo más importante que aprendí de él es que la vida dura demasiado poco para desperdiciarla en cosas que no nos gustan.
Lástima que no me duró mucho mi padre... o no me duró lo suficiente. Hace ya doce años que se fue y estuvo cerca de ocho años padeciendo de Alzheimer's (y "padeciendo" es la palabra más adecuada, porque estuvo consciente del deterioro hasta avanzada la enfermedad). Es decir, hace casi veinte años que lo empecé a perder y, sin embargo, sigue estando junto a mí y en mi memoria.
ʻoseh shalom bimromav
hu yaʻase shalom ʻalenu
v'ʻal kol yisra'el, v'ʼimru amen
13 de octubre de 2011
¿En dónde se esconde el conde?
bajo la mesa...
y ¿qué come?
milanesa...
Este es un recuerdo privado, casi íntimo de mi padre tratando de que yo terminara de comer la milanesa que estaba en mi plato. ¿Por qué no comía yo entonces? No sé, por cualquier cantidad de razones válidas o no, pero mi padre intentaba hacerme comer un bocado cada vez que decía eso de "milanesa..."
También recuerdo haber visto "Las amargas lágrimas de Petra von Kant" (1972, Dir. Rainer Werner Fassbinder) con él en el Goethe Institut cuando yo tendría 15 o 16 años. Y en ese mismo baúl de recuerdos encuentro imágenes de mi padre y yo en la librería El Ágora, comprando libros (muchos libros, pues es tradición en mi familia ahorrar en muchas cosas, pero no en libros)... o charlando con Alfredo Taine, que era dueño de la librería.
Algunas veces lo acompañé a mi papá cuando iba a tocar un "palomazo" con el Cuarteto Mexicano de Jazz. Creo que mi recuerdo más vivo es a finales de 1984, que tocaron en el restaurant Cluny, particularmente St. James Infirmary como la tocaron esa vez. Las lágrimas rodaban por mis mejillas, no sé por qué, pero esa pieza me tocó el alma... para siempre.
Hoy otra vez corren mis lágrimas porque, no importa cuántos años pasen, yo extraño mucho a mi padre. Lo que no daría yo por tener dos horas a su lado y contarle las cosas que han pasado en estos doce años (justo ayer), las decisiones que tomé y las que evité tomar, platicarle qué películas he visto recientemente o cuáles libros están en mi lista para leer cuando termine la tesis doctoral.
Por lo menos, la condesa no se esconde... y recuerda muchas cosas.
y ¿qué come?
milanesa...
Este es un recuerdo privado, casi íntimo de mi padre tratando de que yo terminara de comer la milanesa que estaba en mi plato. ¿Por qué no comía yo entonces? No sé, por cualquier cantidad de razones válidas o no, pero mi padre intentaba hacerme comer un bocado cada vez que decía eso de "milanesa..."
También recuerdo haber visto "Las amargas lágrimas de Petra von Kant" (1972, Dir. Rainer Werner Fassbinder) con él en el Goethe Institut cuando yo tendría 15 o 16 años. Y en ese mismo baúl de recuerdos encuentro imágenes de mi padre y yo en la librería El Ágora, comprando libros (muchos libros, pues es tradición en mi familia ahorrar en muchas cosas, pero no en libros)... o charlando con Alfredo Taine, que era dueño de la librería.
Algunas veces lo acompañé a mi papá cuando iba a tocar un "palomazo" con el Cuarteto Mexicano de Jazz. Creo que mi recuerdo más vivo es a finales de 1984, que tocaron en el restaurant Cluny, particularmente St. James Infirmary como la tocaron esa vez. Las lágrimas rodaban por mis mejillas, no sé por qué, pero esa pieza me tocó el alma... para siempre.
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Mi padre y mi abuelo Simón, enero de 1945. |
Por lo menos, la condesa no se esconde... y recuerda muchas cosas.
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