no, no estoy cantando "Las mañanitas". Y la verdad, es que a mi papá no le gustaba mucho esa canción, así que para qué cantársela si en lugar de ello podría escuchar "St. James's Infirmary" que le gustaba tanto. A mí me hacía llorar cada vez que él la tocaba, no sé bien por qué. La versión vinculada al título fue grabada en el mismo año que mi padre nació, será por eso que tenía una relación especial con ella.
Mientras escucho blues en su honor, sé que también debería beber un whiskey (single malt, Glenfiddich de preferencia) para hacerle todos los honores a mi papá. Tendría que comerme un sandwich de salame o de jamón serrano, porque el whiskey solo no es una buena idea.
Acompañaría todo esto con una agradable charla sobre cine, normalmente iniciada con un "¿has visto alguna buena película últimamente?" Y seguramente se burlaría de mí, porque quiero ir a ver "Juan of the Dead" este fin de semana. O hablaríamos de literatura, de filosofía, de arte... pues eso es lo que definía mi relación con mi padre. Aunque también podríamos charlar sobre las cosas que me preocupan, las ideas que he tenido y desechado porque no es fácil hablar de esas cosas con muchas personas. Y sí, ese era mi padre... un hombre que disfrutaba de las cosas terrenas y también de las espirituales de una forma muy personal.
La verdad, lo único que sí hice hoy es comprarme un pantalón que contiene lino. Eso me trae a la memoria un viaje que hicimos toda la familia por Italia y fuimos a Bologna. Allí, mi papá entró a una tienda de trajes de lino y quería que yo le ayudara a elegir uno (porque además de todo, yo era su "asesora" para esas cosas). Lamentablemente no pude ayudarlo, pues descubrimos que soy alérgica al lino puro (o al lino en grandes cantidades). Al final, se compró un saco de lino color azul claro que no le quedaba demasiado bien (el color no era el más adecuado para él), alguien más se lo eligió.
Cada quién tiene recuerdos diferentes de las personas. Seguramente mi hermana contaría otro tipo de historia acerca de este hombre que, para mí, fue tan esencial. Heredé (o aprendí) de él a preferir zapatos de buena calidad, en lugar de zapatos baratos que terminan lastimando; a dedicar horas a la lectura y a la ensoñación, aunque a veces hay que recortar esos tiempos; a llamarle a los amigos sólo porque sí, para ver cómo están. Sin duda, lo más importante que aprendí de él es que la vida dura demasiado poco para desperdiciarla en cosas que no nos gustan.
Lástima que no me duró mucho mi padre... o no me duró lo suficiente. Hace ya doce años que se fue y estuvo cerca de ocho años padeciendo de Alzheimer's (y "padeciendo" es la palabra más adecuada, porque estuvo consciente del deterioro hasta avanzada la enfermedad). Es decir, hace casi veinte años que lo empecé a perder y, sin embargo, sigue estando junto a mí y en mi memoria.
ʻoseh shalom bimromav
hu yaʻase shalom ʻalenu
v'ʻal kol yisra'el, v'ʼimru amen
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