3 de febrero de 2013

Homo sedentem

¿Alguna vez te has preguntado, querido(a) lector(a), en qué nos diferenciamos del homo erectus?
Remedios Varo, Presencia inquietante (1959)

El ser humano en el siglo XXI ha dejado de ser un hombre erguido. Quizá hace unas décadas aún vivíamos según ese apelativo. Ahora, después de haber estado tres días en una maravillosa conferencia (y no me malinterpreten, de verdad que la pasé muy bien y aprendí mucho), me doy cuenta que la vida ha cambiado.

Digamos el día de hoy, como ejemplo de mi planteamiento. A las 8:45 de la mañana me senté dentro de mi automóvil para llegar de Pasadena a la Universidad de California en Los Ángeles. Después de media hora, llegué a mi destino, estacioné mi auto y caminé hasta el edificio en donde tenía lugar el seminario de hoy. A las 10 de la mañana ya estábamos todos sentados...

y seguimos sentados hasta la 1 y media, cuando tuvimos una pausa para comer algo. Nadie siquiera pensó en sentarse a comer, pues el día todavía nos ofrecería suficientes oportunidades para ello. Pero 45 minutos después volvimos a estar sentados. Finalmente, a las 5 y media de la tarde, nos levantamos nuevamente de nuestros asientos.

Lamento informarte, lector(a), que caminé hasta mi coche y manejé dos horas hasta San Diego. Evidentemente nadie ha inventado una forma de transporte individual en donde el conductor pueda estar de pie.

No voy a hacer las cuentas, pero me quedaba clarísimo hoy, mientras escuchaba las conversaciones dentro del seminario que hemos dejado de ser el humanoide erguido para ser el humanoide sedente. Por suerte mis días normales no son así, pues practico la caminata a campus traviesa.

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