Las mujeres somos particularmente sabias en algunos aspectos. Por ejemplo, sabemos que hablar de nuestros problemas no los resuelve pero ayuda a pensar en las soluciones o, por lo menos, dejar que los niveles de estrés bajen. En inglés le llaman "to vent". No me gusta la traducción literal del verbo, así que no llamo a esta acción "ventilar". Prefiero imaginar una olla de presión con la válvula sonando: ese sonido tan conocido en América Latina y desconocidísimo en los Estados Unidos (ya no usan ollas express, sino ollas de cocimiento lento), ese es el que imagino mientras escribo esta entrada en mi diario.
La verdad, no es que tenga muchísimo que hacer. Bueno, no más de lo normal. Sólo tengo que calificar exámenes parciales, tratar de avanzar en la revisión de mi primer capítulo, además de escribir una carta de recomendación para un ex-alumno. Eso es todo para hoy... y ni siquiera es que tenga que hacer todo eso ahora mismo.
No sé por qué me siento tan presionada. Imagino que será el cansancio acumulado, volver a comenzar a hacer ejercicio, enseñar una clase que no me emociona, qué sé yo. Quizá es que necesito unas vacaciones reales, en las que no haga nada... NADA... NADA. Claro, no me puedo imaginar tales vacaciones sino como un desastre espantoso, enloqueciendo de aburrimiento.
Bueno, ya está... ya lo dije. Ahora, a trabajar.
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